martes, 20 de octubre de 2009

Lisa

My dearest Lisa:

You're not gonna belive this, but I'm acctually writing in english and I'll translate it latter because I can't write about you in spanish. For some reason the words just won't come to my head. I'm sure that, in a way, it can be flattering for your teaching skills.

You are the last and most important of the characters I'm going to introduce in this chonircles of my trip to the north. I told you, before I came back, that one day I'd find the way to thank you for everything. I give up, I can't. I've been trying for days and days and every word I write sounds empty, useless... I've written lines and lines for days and I can't get anything I like. It's weird.

The truth is, my dear Lis, you changed my life, simply changed my life. I think I'll never know how you did it and, to be honest, I don't think you will, either.

All I can do now is remember.

I know you would expect something funnier or more acid from me, but the truth is I can't. It's rather different to talk to you than talking about you.

Talking to you is easy: one can look into your immense blue eyes and the whole world can blow into pieces, nobody would care. When you smile you light up the world. That tough face you always have for the street doesn't really fool anyone.

Now, talking about you is one of the hardest things I've ever tried. It's been several months and I can't fully express why you became so important. Maybe I never will. All I know is you where always ready to joke, to make fun of me or yourself or somebody else, that you never took to heart anything except us. I even saw you cry once for a graduating student.

I had once the wonderful opportunity of sharing a cup of coffee with you in the beach (weird, usually I have beer in the beach, or at least piñas coladas) and it was one of my best days in the north of the continent. We talked for hours, it felt like days but I wanted it to be for years. Still, we had the sunset for ourselves... now I love the sunset and, in my mind, I share every single one I see with you.

This is all I can do in english. It's frustrating, and embarrassing after all the patience you had... but what can you do? I'm a bonehead for languages. I really wish I could say more. All I can tell you is please, keep that smile on your face and your wonderful blue eyes wide open, so we can see them. Please never take that joy away from us.

Thank you for everything, my dear friend. I miss you a lot. I'll miss you always, so I'll always be thinking of you.

From the belly button of the moon...

Lots of love. Kisses.

Oscar Javier Orozco Plascencia.
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Mi queridísima Lisa:

No vas a creer esto pero de hecho escribí en inglés y después lo traduje porque no puedo escribir sobre tí en español. Por algún motivo las palabras simplemente no me vienen a la mente. Aunque creo que, de algún modo, puede ser también halagador para tus habilidades como maestra.

Tú eres el último y más importante de los personajes que introduciré en estas crónicas de mi viaje al norte. Te dije, antes de volver, que un día encontraría la forma de agradecerte por todo. Me rindo, no puedo. He tratado por días y días y cada palabra que escribo suena a hueco, inútil... he escrito lineas y lineas por días y no logro obtener nada que me guste. Es extraño.

La verdad es, mi querida Lis, que cambiaste mi vida, simplemente cambiaste mi vida. Creo que nunca sabré cómo lo hiciste y, para ser honesto, creo que tú tampoco.

Ahora sólo me queda recordar.

Sé que esperas de mí algo más gracioso o más ácido, pero la verdad es que no puedo. Hablar contigo es muy distinto de hablar sobre tí.

Hablar contigo es fácil: uno puede mirar en tus inmensos ojos azules y el mundo entero puede volar en pedazos, a nadie le importaría. Cuando sonríes iluminas el mundo. Esa cara dura que pones en la calle en realidad no engaña a nadie.

Ahora, hablar de tí es una de las cosas más difíciles que he intentado en mi vida. Han sido varios meses y todavía no puedo expresar enteramente por qué te volviste tan importante. Quizá nunca lo logre. Todo lo que sé es que siempre tuviste lista una broma, siempre estuviste preparada para burlarte de mí o de tí misma o de alguien más, que nunca te tomaste muy a pecho nada excepto a nosotros. Incluso te ví llorar por un alumno que se graduaba.

Una vez tuve la maravillosa oportunidad de compartir contigo una taza de café frente a la playa (cosa rara, yo generalmente tomo cerveza en la playa, o al menos piñas coladas) y fue, sin duda, uno de mis mejores días en el norte del continente. Hablamos por horas que parecieron días y hubiera querido que fueran años. Aún así, tuvimos la puesta del sol para nosotros... ahora amo las puestas de sol y, en mi mente, comparto cada una que veo contigo.

Eso es todo lo que mi inglés da. Es frustrante y un tanto vergonzoso, después de la paciencia que me tuviste pero, ¿qué puedo hacer? Soy un cabezadura para los idiomas. En verdad me gustaría poder decir más. Todo lo que se me ocurre ahora es: por favor, mantén siempre esa sonrisa y tus maravillosos ojos azules bien abiertos para que todos podamos verlos. No nos quites esa dicha nunca.

Gracias por todo, mi querida amiga. Te extraño muchísimo. Te extrañaré siempre, así que siempre pensaré en tí.

Desde el ombligo de la Luna...

Todo mi cariño. Besos.

Oscar Javier Orozco Plascencia.

lunes, 14 de septiembre de 2009

En donde terminó el principio I: "El desarrollo desestabilizador"...


Ahí terminó, mis amigos, la crónica de mis andanzas por aquellas nórdicas tierras. Jamás volví a escribir.

Hace poco platicaba con un querido amigo (Javier "San Pitacocha, virgen y mártir"), que por cierto introduciré después, ya que merece un capítulo aparte para él sólo, sobre la posibilidad de contar el resto de lo sucedido a partir de entonces y hasta mi regreso, pero ahora en retrospectiva, ahora que esa jornada ha terminado y puedo verla hacia atrás.

El problema es que creo que no hay mucho qué contar... a partir de ahí todo fue más bien en picada (y no empecemos con albures, por favor, no sean corrientes). Yo me sumí en una profunda depresión, no mucho después dejé de trabajar y eso acentuó mi depresión y el invierno nos cubrió - bastante tardío - con un grueso manto frío, blanco y húmedo... que terminó de rematar mi ya tan sobada depresión.

Puedo rescatar, sin embargo, el principio de la nieve. Yo estaba perfectamente quebrado - producto de los pagos a la escuela - y el trabajo no mejoraba mucho. Pasé el final de mi aventura laboral pintando tablones en una construcción donde, cabe mencionar, el asistente del superintendente - o sea el encargado de seguridad, llamado Safety - se burlaba de mí porque me costaba mucho trabajo moverlos (fácil decirlo para él, que medía como dos metros y pesaría unos 130kg o más).

El asunto con los tablones no era la cargada, que no me costaba el menor empeño, el problema era cuando había que mover los envoltorios (entre 40 y 60 leños cada uno, llamados en este caso pallets, para fines prácticos) y mi falta de masa corporal lo hacía un tarea verdaderamente complicada. Cada uno de los malhabidos pallets tranquilamente pesaba el doble que yo. ¿Cómo entonces, se preguntarán, lograba yo trasladarlos? Elemental, mi querido Watson, respóndoles: me ayudaba con una gato hidráulico. Ahí me tienen pataleando como Luigi (famoso personaje de Mario Bros.) sin poder jalar la maldita carga y al mentado Safety desternillándose de risa. El colmo de su diversión ocurrió un día que levantamos entre los dos una estructura que contenía soleras de hierro y yo juré que, del lado que yo lo traté de levantar, estaba clavada al suelo... comprenderán que resultó rigurosamente falso: al segundo intento lo levanté, pero le dí el pretexto perfecto para burlarse de mí hasta que le dolió el estómago.

Empezando Diciembre - como dije, bastante tarde según referencia de los que habían estado en años anteriores - nos cayó la primer nevada... un par de días después la segunda. Ante tal acontecimiento aprovechamos un día libre y nos fuimos al afamado Stanley Park a disfrutar del novedoso - al menos para mí - fenómeno meteorológico.

Nos acribillamos con bolas de nieve, armamos sendo monote con bufanda y sombrero y brazos de ramita de pino, como en las películas; nos tumbamos a hacer angelitos... en fin.... cuanto se nos ocurrió hacer con ella.

Créanme, yo sé de eso: después de un mes con la nieve casi hasta las rodillas, pide uno esquina.

Al compactarse, la nieve, se vuelve hielo y le da por adherirse fuertemente a las banquetas, lo cual imposibilita que uno mismo lo haga. No sé cuantas veces estuve a punto de irme de bruces y mucho menos cuanta gente habrá pasado un cómico rato viendo mis manoteos para conservar el equilibrio. Ni me quiero acordar.

Aquí cabe mencionar que, el mismísimo día primero de diciembre, yo ingresé a un curso matutino en la escuela y que dicho acontecimiento marcó mi vida de manera fundamental. Ahí vine a conocer al último de los rescatabilísimos personajes que mencionaré en esta minicrónica de aquellas andanzas: mi maestra... pero esa, es otra historia.

Desde el ombligo de la Luna.

Oscar Javier.

viernes, 4 de septiembre de 2009

En donde se da el principio III


Miércoles, 5 de Noviembre de 2008.

HOLAAA EN EL BARCOOOOOO.


Saludos afectuosísimos desde este recóndito y nórdico sector del continente.
Querida familia, consanguínea y electa... amigos todos entrañables, platícoles que acá las cosas no han ido tan bien como solían... pero tampoco van mal del todo, quizá profundizaremos más al respecto en otra ocasión, pero hoy, habiendo sacado de mi sistema las ansias que tenía por decir algo sobre mi primo, continuamos con las referencias regulares de esta aventura de locos.

Capítulo IV: Descripción general del entorno y sus entornadas rubicundeces (la neta ni sé qué dije pero se me hizo como que sonaba chistoso, jeje)
.

Francamente no me gusta el primer mundo... 'ta muy acartonao. Aquí todo es estándar y fragilito. La enorme capacidad económica de los países dominantes tiene su piedra angular en su capacidad de consumo, así que estos weyes hacen todo pa' que se rompa lo más rápido posible y poder vender el que sigue... primer punto en contra.

Aquí, si le das una patada a la pader, puedes terminar, sin grandes dificultades, con la pata metida en la boca del vecino; y nombro la boca sólo por poner un ejemplo de algún orificio por el cuál sea posible introducir la mencionada extremidad, si uno lleva la mala suerte de romper la pared y atinarle justamente a donde estaba el susodicho cohabitante del edificio... lo cual podría suceder si, digamos, el susodicho se encuentra durmiendo junto al muro; porque si, por azares del destino, se encuentra de pié, recargado contra el mismo, puede uno fácilmente acometer contra una rodilla; ahora que, si está sentado, la cosa se puede tornar mucho más personal.

En fin, entremos en materia de nuevo, porque ya estoy desbarrando, como siempre.

Aquí las cosas son estándares a un nivel ridículo: todo es igual... las zonas comerciales son todas iguales, todas las plazas tienen las mismas tiendas y hasta con la misma distribución, cosa que tampoco importa mucho porque nomás hay tres tipos de comercios: las tiendas de autoservicio, los expendios de comida rápida y los starbucks. Todos estos minicentros comerciales tienen una tienda de comestibles (llámese Saveonfoods, Safeway, etc.), una de electrónicos (que puede ser Future Shop o Bestbuy) y una que varía entre megapapelería (Stappless) y cosas de ferretería (o sease Home Depot o Canadian Tire). Hasta ahí con los autoservicios. También hay un McDonald's - que a pesar de lo que muchos digan sabe igualito de sebo aquí que allá), un Subway, un Tim Hortons (café aceptable y rosquillas de primera), un Starbucks y un consultorio de un dentista... rigurosamente chino, no sé por qué.

De las calles ni hablar... llevo tres meses vuelta y vuelta pa' todos lados con el patrón en el coche y es fecha que no doy pie con bola, no tengo la menor idea de dónde me encuentro. Todas las méndigas avenidas son tres carriles pa' cada lado con un muro de contención al centro y un resto de árboles a los costados... o sea que no se ve nada pa' fuera de la calle y pos no tiene uno manera de ubicarse (ni modo que me guíe yo diciendo: -Ah, esta es la calle donde está el pinito verde . ¡Todas están forradas de pinchis pinitos verdes!).

De las güeras ya ni me preocupo; ya me enfadaron por tres razones muy poderosas:
No. 1: Todas 'tan igual de desabridas.
No. 2: Todas están igual de mensas.
No. 3: Ninguna móndriga me fuma.

Trabé conversación hace unos días con una argentina radicada aquí toda su vida y que, además de amable y linda, estaba bastante suculenta y es maestra de inglés (yo me dije: -Ora sí, esta es la mía, ya agarré diccionario con tripas) pero en una apendejada - dispensarán la palabreja pero no tiene otro nombre - se me esfumó y más no se ha vuelto a aparecer la ingrata... ni modo, por maje.

De los taka-takas (nombre genérico para chinos, coreanos, japoneses, filipinos y demás fauna asiática) amén; esos ya sabemos que todos son iguales (sigue la estandarización).

O sea que todo es igual. Estos compas sacrifican el folklore en aras de la funcionalidad. Y no estoy en contra de las cosas útiles, pero se la baaaañan, me cai.

Bueno, pos déjolos por hoy, que ya bastante largo está el correíto.

Pronto les tendré más noticias de esta locura que ando haciendo por las tierras del maple... por cierto que yo creía que el maple era un arbolote - sabrán disculpar, nunca había visto uno - pero nel pastel, mugroso maple es un arbolito de lo más olvidable. Lo único suave que tiene es que al terminar el verano se le ponen las hojas de un rojo muy vivo, pero esto le dura como una semana y luego pierde todo su follaje. Excuso decirles, aquí ya todos los árboles están perfectamente pelones.

Buenas noches, mis apreciables. Voy a cenar que mañana me levanto temprano.

Un abrazo a todos.

Oscar J. Orozco, El Google (ya me pusieron apodo nuevo aquí).

Así fue, lector carísimo, como todo esto comenzó... y terminó, de alguna forma.

Desde el ombligo de la Luna, seguiremos informando.

Oscar Javier.

Paréntesis al principio...

Martes, 4 de Noviembre del 2008

Hola hola a todos, querida familia... de sangre y de elección.

Sabrán dispensar la larga ausencia pero no he tenido últimamente mucho tiempo para escribir y, además para ser honesto, no he tenido tampoco el humor requerido para ello.

Un asunto de importancia me obliga a hacer un paréntesis entre capítulos.

Los más de ustedes ya lo saben, pero igualmente quisiera decirlo: Dado que nunca pude enterarme de la fecha exacta (y que no he estado muy pendiente del calendario, por no decir que no sé en qué día vivo), habré de decir sólo que hará un mes que falleció David. Para aquellos de ustedes que el nombre no les diga nada, he de decir que David era mi primo, que lo quería, que tenía grandes esperanzas puestas en él, que no pensé que un día me topara con su ausencia, mucho menos en la distancia. No hubo tiempo de saber hasta dónde llegaría, de dejarlo andar por el mundo con la frente en alto, como siempre la llevó porque se lo ganó a pulso. No hubo tiempo, siquiera, de decir adiós.

David fue mi compañero de juego, mi amigo, a quien confiaba mis alegrías y tristezas sin reservas en más de una ocasión. Tuvo la maravillosa gracia de comprender lo que creo y digo y eso lo agradeceré siempre.

Hoy, David, mi primo, mi querido gorila, a quien muchas veces en la infancia llevé en mis hombros y que con los años, después de haber crecido y crecido y seguir creciendo hasta llegar a un 1.98 de estatura que a mí me parecía impresionante, me llevó a mí en sus hombros otras innumerables veces, es un puñado de cenizas... a él le debo incontables alegrías, de él aprendí cualquier cantidad de posibilidades de comprender, de tolerar y seguir creyendo. A David le deseo un buen viaje.

Es él, precisamente quien me ha mantenido alejado del teclado tanto tiempo. No quería continuar sin decir algo al respecto, pero las palabras no me vienen a la mente, no he podido siquiera desarrollar un sentimiento claro al respecto, todo está muy mezclado, todo es demasiado confuso aún.

Extrañaré las bromas, la enorme capacidad que tenía para hacer reír al más seco con las cosas más bobas, de regalar una sonrisa al más amargo.

Bueno... nomás quería decirlo, nada más.

Pronto entregaré un capitulín más, hay mucho qué contar.

Cuídense mucho todos. Se les quiere y se les extraña en cantidá, ya lo saben.

Un abrazote a todos.

Oscar J. Orozco.

Releo estas líneas y se me vuelven a revolver la cabeza y el corazón.

Ayer por la noche irrumpió en esta tu casa otro personaje sórdido y divertidísimo: El tío Chava, hermano de mi padre y gran conversador, por demás simpático y grato a este humilde servidor. Apareció David en la conversación (cosa curiosa, justo en la víspera de que yo transcribiera este mensaje... recordemos que estoy obedeciendo un orden estrictamente cronológico). Algo hizo el muchacho en los que lo queríamos, y es que su contundencia física era casi tan notable como la de su carisma... anoche, por primera vez en mi vida, vi lágrimas en los ojos del tío Chava, y fallé en la noble tarea del abrazo confortador; hoy, mientras escribo, las mías ruedan por momentos.

Me parece curioso porque no es un tema al que yo recurra... lo que yo viví con David, lo que discutimos, lo que compartíamos y lo que no, en fin, lo que recuerdo de él, prefiero guardarlo para mí. Por ello será difícil que vuelva a hacer referencia a él en este espacio y prefiero aprovechar esta ocasión para volcarme sobre el tema.

Después de enviar este correo, durante algunos días, llegaron a mí varias respuestas, amistades y familia me escribieron mostrando apoyo. Me pregunto: ¿Por qué a mí? Por la misma razón que escribí yo: para que supieran ellos - en especial su familia - que estábamos pensando en lo mismo. Todos los que estuvimos cerca de él necesitábamos saberlo. De estas muestras de amistad y de cariño estoy enormemente agradecido; de los que escribieron y de los que, con el pensamiento, estuvieron cerca. Dos de esos mensajes rescataré aquí.

Rodrigo, primo queridísimo a quien desde aquí envío felicitaciones por su reciente matrimonio (ya la jetiaste, ni modo, jejeje) me decía que algo de lo que yo escribí era justo lo que él mismo sentía y agradecía que yo hubiera puesto en palabras lo que a él se le atoraba en la garganta. Es maravilloso y agradecible saber que, a veces, puede uno acercarse a otros en lo íntimo, en lo propio... en lo que importa. Gracias (y vuelve el callado pero catártico llanto... venga pues).

Mi carnal Carlitos, a quien, desde hace muchos años, he decidido tomar como único "guía espiritual" - si algo de espiritual queda en mí - me decía que, si bien algo de mis pensamientos lo hacía propio, él seguía creyendo que la vida es lo "más chingón que hay". Me sumo a esto último, yo también lo creo a pie juntillas, por eso mismo me importa este asunto.

David medía casi dos metros y su físico era imponente, lo cual es la perfecta prueba de su voluntad (el cuerpo se lo forjó, cuando niño era largo y flaco como un popote). Moreno, con brazos y manos enormes, de rostro serio y ojos cándidos, era uno de mis conversadores favoritos. Jamás llegamos a estar de acuerdo. La charla con él era enérgica, plagada de divergencias, de juicios duros y contundentes, de mentadas de madre y palabrotas (que a los dos nos salían muy naturales) y enormemente difícil; no por intransigencia, sino por el raudal de carcajadas que se entremezclaban. David conversaba sin tomarse nada demasiado en serio - empezando por él mismo -, escuchaba y comprendía, respetaba, tomaba en cuenta y aprendía de todo y de todos. Como dije: uno de mis conversadores favoritos. Sigo creyendo que él terminó por descubrir y entender muchas cosas que me hubiera encantado que me explicara... es el único pesar que tengo; por mí, claro está, no por él.

Se dice que para saber qué tan malo es alguien hay que vivir con él un mes; para saber qué tan bueno, basta con que muera. Suena duro pero mucho tiene de cierto. No es el caso de David.

Los que lo conocimos, los que compartimos con él algo de nuestras vidas, los que lo quisimos sabemos y sabemos bien que su carta de presentación era una sonrisa, que tenía la facultad de ablandar el corazón más duro, de ganarse a la gente con una mirada, de llevarnos, con la palabra, de la admiración a la risa franca y sonora sin puntos intermedios. Los que tuvimos la fortuna de compartir con él algo de este camino extrañísimo que llamamos vida, sin duda logramos darnos cuenta mucho antes de su muerte, a los 22 años, si la memoria no me falla, de que su compañía era siempre motivo de alegría.

El día que murió, por la mañana, alcanzó a decir que era inmensamente feliz. Esa misma noche se liberó del cáncer que venció a sus pulmones, pero nunca a él. Quiero pensar, de entonces acá, que David se "retiró" como los grandes: En su mejor momento.

Quisiera encontrar la forma de vivir así. Como dije, ese secreto se lo llevó y fue la última de muchísimas bromas que me jugó: tendré que descubrirlo por mí mismo. Gracias primo.

Desde el ombligo de la Luna los abrazo a todos. Los quiero a todos.

Oscar Javier.

sábado, 29 de agosto de 2009

En donde se da el principio II

Sábado, 13 de Septiembre de 2008.

Hola hola a todos, querida familia, los electos y los de sangre.

Ahí sabrán astedes dispensar que háigame yo tardado en enviar mayores noticias pero, dado que la última vez juí severamente reprendido que porque mis correos eran muy largos y se cansaban leyéndolos, pos decidí tomarme mi tiempo para dar cuenta mayor de las peripecias que me acaecen por estos lares, teniendo así la oportunidad de relatar mayor cosa en más resumido formato.

CAPÍTULO III: En donde se hace mención a la forma en que Oscar, el Joven, conoció a su patrón, cómo consiguió la chamba, el curioso asunto de amueblar la vivienda y otras cosas que merecen ser contadas, así como la llegada de un nuevo habitante temporal del piso 30.

Habiendo estado yo en la mayor de las relajadas formas posibles durante algunos días, vino el Tío y díjome: - Creo que ya te tengo trabajo, meeen.Un amigo de mi jefe me dijo que necesita a alguien para la próxima semana -. Dicho lo cual quedé a la espera de que el tal tipo me llamara. Un par de días después lo hizo y me advirtió que el trabajo iba a comenzar hacia el final de la semana, cosa que en algo me tranquilizó.

Dediqueme nuevamente a la contemplación hasta que el Cabito consiguió los afamados sillones que requeríamos para el piso 30. Fuimos por ellos como a unas 8 o 10 cuadras de aquí y pensábamos cargarlos de regreso - teniendo en cuenta que, según nosotros, era un sofá muy liviano -. Al llegar al lugar nos percatamos de que, si bien el sillón era efectivamente muy liviano, no era uno, sino tres. El Cabito, que es un poco necio para estos menesteres, insistió en llevarlos todos de un jalón y, sin más remedio, accedí. A la mitad de la primera cuadra el pobre hombre pidió esquina (afortunadamente no fui yo, que todavía podía dar dos o tres pasitos más, y así me gané el derecho al maravilloso: -Te lo dije, buey). Terminamos pidiendo taxis, que tuvieron que ser dos porque no cupo todo en uno. En fin, que el piso 30 ya está totalmente amueblado y todo sin gastar un dólar.... excepto por los malditos taxis, claro está.

Un par de días más tarde, a eso de las 3:00pm, estaba yo a punto de salir cuando me llama el susodicho patrón y rebuzna: -Te necesito en Metrotown a las 4:00pm. - A lo cual no me quedó más que responder: - Poninas. Desde entonces trabajo con el Zibby, un polaco cinuentón buenísima onda que además le repapalotean las asiáticas. Yo creía que los mexicanos éramos de ojo alegre, pero este compa está canela, no hay peon ni fontanero que se le compare.

Mi chamba consiste en pintar oficinas y después limpiar todo el cochinero que queda (propio y ajeno, los tablarroqueros, conocidos aquí como drywallers, son unos puercos). Ya no aguanto las piernas ni los brazos ni la mano derecha; yo pensaba que lo del rodillo era más fácil... y en verdad no es difícil, pero alcanza a tener su chiste y después de dos horas pides esquina; después de ocho, como Omar Bravo, empiezas a pedir el cambio. Dentro de unas dos semanas empiezo a trabajar en la SFU (Simon Frazer University), que es una universidad aquí. Ora sí se va a empezar a poner bueno esto, yo creo.

Agora a lo que te truje, Chencha: Ha llegado Juanito Bananas, primo apreciable y querido amigo. Por lo pronto nos hicimos güeyes y lo metimos aquí al piso 30 (se supone que no deberíamos), pero en cuanto consiga chamba habrá de mudarse, aunque no estará lejos. Al ratito vamos a ir a conseguirle un teléfono pa' que empiece con lo de la chamba; si todo sale como esperamos, dentro de unas semanas es posible que todos los actuales habitantes del piso 30 estaremos chambeando en SFU, cosa que también estaría padre.

Bueno, por lo pronto los dejo porque luego me salen conque me excedo en la epstensión. Cuídense muncho. Nada me resta mas que comunicarles que me encuentro bien y de buenas; viviendo a todo mecate y chambeando mucho y de buena gana, porque la chamba me mantiene en movimiento y eso me agrada.

Un abrazote a todos, mi gente.

Oscar J. Orozco, El Tuercaslocas.

PD: Mi estimado, con todo el respeto y cariño que usté sabe, y sabe bien, que le profeso, permítome expresar mi opinión: No sea usté huevón. ¿qué le cuesta leer de vez en cuando unos parrafitos? jejeje.

La posdata tan agresiva tiene una explicación. El aludido es nada más y nada menos que mi tío Fernando, hermano de mi madre, a quien verdaderamente profeso un enorme respeto y un profundo cariño, y con quien tengo además la fortuna de llevarme fuerte pero inteligentemente en las palabras (fuerte yo, inteligente él, claro está). En aquellos días recibí del mencionado un e-mail en el que me reclamaba que mis correos parecían las epístolas de Don Melchor Ocampo o, cuando menos, las del apóstol San Pablo a los Corintios; motivo por el cual respondí a la queja - mencionada en el primer párrafo del correín este - con tanta vehemencia, edá? Eeeeey, ya le digo.

Seguiré contando desde el ombligo de la Luna. Dense un abrazote de mi parte.

Oscar Javier.

jueves, 27 de agosto de 2009

En donde se da el principio I

Siguiendo con el relato de aquellos andares les presentaré los e-mailes que siguieron al de la publicación anterior, como referencia histórica de las futuras entradas.

En aquellos días -así dicen siempre los curas cuando leen el evangelio, no sé por qué- envié, poco después, este otro mensaje (nótese que estos correos, por cuestiones de incapacidad tecnológica, fueron escritos sin acentuación, detalle que he tratado de corregir, pero igual si la calabacié se amuelan).

19 de Agosto del 2008.

Querida familia, de sangre y de afecto:

Continúo, brevemente, con otro capitulito de la crónica de mis andanzas por estas nórdicas tierras.

CAPITULO II: EN DONDE SE TRATA DE LOS PRIMEROS DÍAS QUE OSCAR, EL JOVEN (o sea yo), PASÓ EN LAS TIERRAS DE LOS PINOS, DE LO QUE AHÍ LE ACAECIÓ Y OTRAS COSAS DIGNAS DE SER CONTADAS.

Habiendo llegado a Vancouver después de no dormir por casi 36 horas (dado que no pude dormir en el avión, porque el animal que venía al lado de mí me despertaba cada vez que estaba a punto de lograrlo... un méndigo pocho de Sonora que se sentía Pedro Navajas), di con el edificio donde ahora vivo, mismo que es una mole frente a la playa. No puedo describirles el calibre de los atardeceres que me he recetado desde el balcón en el piso 30.

La semana pasada tuvimos un calorón insoportable. Se supone que esta semana va a llover y refresacará. En fin, volviendo a lo de mi llegada: Arribé molido y mis cuates, Oscar -que es mi cuate desde la secundaria- y el Tío -que es un andaluz de Almería bien buena onda- estaban en la chamba. Aquí en el edificio viven unos primos del Oscar, particularmente un poblano que se llama Rubén y que se pasó de buena onda, con el recogí la llave del departamento y ahí, mas menos, finalizó la onda del viaje.

Al día siguiente, como les contaba, el Rubén, que no está chambeando orita, me mostró la ciudad... he caminado en estos 4 días más que en los últimos 4 años. Recorrí casi todo el centro (que es donde vivo) y regresamos por el Stanley Park, que es un parquesototote público; es un bosque de pino en el mero centro de la ciudad (o sea como los colomos, pero mas tupidón jejeje). Me cai que me esta gustando aquí, nomás que está medio difícil acostumbrarse al exceso de orden, porque aquí la calle se cruza por la rayita y si no hay rayita pos hay que pasarse enfrente pa' cruzar y ondas así... si caminas por la ciclovía te la rayan y si bicicleteas por la de peatones también, en fin.

La chamba todavía no sale, se supone que en estos días me llama un wey que me va a dar chamba, nomás estoy esperando que me diga cuando empiezo. Pero como se supone que va a estar lloviendo todos los días, asi que se medio va a caer el negocio mientras dure el agua, a ver qué sale... ojalá pueda conseguir algo pa' pintar interiores y, con eso, ya no hay bronca, no se detiene la chamba.

Me estoy aventando otro atardecer de esos espectaculares. En fin, que no hay mucho que hacer estos días... yo creo que mientras me cae algo voy a ponerme a correr y esas ondas, si cruzo la calle estoy en la playa y esta de pelísimos para salirse a trotar.

Orita el negro se discutió con una carnita en salsa verde y unos frijolitos de lata bastante decentes... mañana me toca a mi el arroz con carne de puerco. El que se discute machín rin en la cocina es el Tío, que hace un par de días nos recetó unas lentejas con no sé cuanta cosa y pollo. Ayer hicimos el super... méndigos canacos están locos, un mugroso filetito sale como en 6 dolarucos, lo que va a estar mejor va a ser comprar la bolota de carne y ponerme aqui a filetearla, porque un mugroso filete, el mas delgado que encuentras, pesa casi medio kilo y la carne de res no esta muy buena, lo mejorcito es el puerco.

En otros asuntos, les contaré que las canadiensas son impresionantes: son grandotas, güeras, piernudas y espaldonas, dicho de otro modo, cualquiera me la raja en dos segundos.... o sea que se podrán imaginar con cierta facilidad que mal salgo a la calle y empiezo con una salivación profusa, profusísima. El sábado una argentina muy linda me dijo papacito... es largo de explicar pero era un mal chiste y la chica lo hizo bueno... de no ser porque andaba con un gorila que quería que la chica se fuera a vivir con él, igual y le hubiera caído... pero también se hubieran caído mis dientes.

En fin, que hasta ahora me la estoy pasando de peluches, a ver que tal nos va ahora que Juanito ya me amenazó conque ahí viene. Esperemos que todo siga tan chido como hasta ahora y que me llamen pronto porque ya me aburrí de estar aquí tirado. Aunque no lo crean, a veces los extraño... así que cuando sucede de volada me salgo a ver güeras y se me olvidan ustedes por completo jajajaja.

Cuídense mucho, familia. Seguiremos alimentando estas crónicas... si alguno desea dejar de recibir estos correos, se amuela porque se los voy a seguir mandando, jejejeje.

Un abrazototote a todos, mi gente, todos ustedes.

Desde Vancouver, Canada.

Oscar J. Orozco, El Tuercaslocas.


Cabe destacar que las güeras no son los especímenes que más abundan en aquellos rumbos, más aún, me atrevería a decir que los razgos asiáticos son casi más comunes que los nórdicos... es sólo que no estaba atento más que a lo que quería ver.

lunes, 24 de agosto de 2009

AAAAAAAAARRRRANCAN...

Iniciemos esto por el mismísimo principio:

La onda de contar algo de mi vida no inició hoy, sino hará cosa de un año que me dí una escapada a tierras canadienses, algunos quizá recuerdan aquellas andanzas. A los pocos días de llegar escribí a mí familia...


Hola hola...

Familia, amigos, hermanos electos... apreciables todos:


Qué onda gente? Nomás les platico que me timaron. Me dijeron que iba a vivir en un treintavo piso y ni es cierto. El edificio no tiene los pisos del 1 al 3 y tampoco el piso 13, así que vivo como en el 26, frente a la playa. Está chida la vista.

Me la quisieron hacer de tos a la entrada, pero les dije que era hijo de Don Liborio y luego luego me dejaron pasar, pa' que vean las influencias del apá. Todo está muy chido pero no sé si aguante vivir acá, me enferma tanto orden y tanta honestidad, ni siquiera tengo que correr pa' cruzar la calle; todos los coches se paran en cuanto legas a la esquina.

Pues nomás ahí avisando que andamos bien, ya tendrán noticias más detalladas y les mandaré fotos o algo.

Este fue el primero de cuatro o cinco correos que envié con noticias y las descripciones que me parecían importantes de contar mientras duraba mi estancia por aquellos nórdicos rumbos. Si bien la transcripción de los mismos está alterada por corregir mis errores de aquel tiempo, creo que la idea se conserva.

Seguiré contando después.

Un abrazo desde alguna parte del ombligo de la Luna.

Oscar Javier.

domingo, 23 de agosto de 2009

Justificación Histórica, Histérica e Histriónica...

Querido lector:

Advierto que uso el singular "lector" no como forma de extender el saludo de manera general, sino porque, verdaderamente, no creo que vaya a ser más de una persona la que, estando en su sano juicio, dedique su tiempo a leer estos desvaríos de un servidor.

El motivo que genera la creación de este absurdo espacio es simple: le estoy fusilando la idea a una querida amiga (Paty, aunque no le guste) que también escribe por estos cyberetéreos rumbos y con quien tuve un encuentro hoy, vía messenger. Me gusta cómo escribe y, más aún, me gusta que lo haga.

Hace no mucho tuve una conversación similar con otro apreciable personaje: el maestro Fer, a quien no sé qué maldita mosca le picó, pero me dijo que yo debería escribir con mayor frecuencia, que en la narrativa no me iba tan mal, idea que comparte con mi Carnal Carlitos, mi hermano mayor. Yo creo que les hicieron descuento grupal en la lobotomía, pero como a mí eso me anda importando una pura y dos con sal y, además, orita como que me da la gana, pues usemos estas referencias para darle vuelo a la hilacha y presentarte, apreciable y caritativo(a) lector(a) estos mis desvaríos que no se empeñan en otra cosa que quejarme de todo y, en especial, burlarme de mí mismo y mis quejas; con el mejor ánimo de darte una razón para sonreír.

El título del blog obedece a una verdad irrefutable y bastante simple: "México", según me enteré hace poco, significa "En el ombligo de la Luna", y dado que, para bien o para mal, aquí estoy y aquí me quiero quedar, pues lo externo con la mayor satisfacción.

Conforme avance la publicación de textos, se te irán presentando una curiosa diversidad de personajes, desde los más oscuros y nocivos para la salud -mental- hasta los más hilarantes y descabellados. No te los creas por completo. Si bien son rigurosamente reales (la mayoría de ellos son queridos amigos del que escribe), confieso que pienso tomarme la mayor de las libertades literarias para hacerlos, en la medida de lo posible, menos grotescos y temibles de lo que son en realidad.

Este será, espero, el más solemne de los mensajes que encontrarás aquí, por ser la presentación de los mismos.

No busco, con estas líneas, sino desahogar mi sentimiento de culpa por no dedicarme más a las palabras. Dada mi natural tendencia a la bolsa y la inconstancia, este es un intento por obligarme a regresar a la "Bendita manía de contar", de usar las palabras para bocetar mi persona y los acontecimientos que le rodean, de la manera más fidedigna posible y, por supuesto, contarles una historia en la que ese bosquejo pueda meterse en líos y, espero, salir de ellos.

Sea pues, en nombre de todo lo que es ilógico y aberrante, con la soledad y, sobre todo, la impunidad que proporciona el internet como mis grandes aliadas, y con el café y el tabaco por entrañables compañeros de viaje y divagación, aquí comienza la entrega de pedacitos de mi vida para el que guste compartirla.

Saniorita Karenina, Maestro Fer, Carnal Carlitos... empecemos por brindarles este toro. Va por ustedes, ¡¡¡Y OLÉ!!!

Desde alguna parte del ombligo de la Luna. Un abrazo.

Oscar Javier.

¡¡¡ADVERTENCIA!!!

Si se espera encontrar en este espacio elocuencia y finura, desde orita se los digo, ya estuvieran cerrando esto, borrando sus archivos temporales y reiniciando su compu. La palabra elegante no es lo mío; no porque sea yo agresivo o revolucionario, sino porque mis capacidades, muy a mi pesar, no llegan a tanto ni viajando a Chalma a ofrendar la tradicional danza.

En estas publicaciones -por llamarles así- encontrarás garrafales errores de sintaxis, ortográficos, lingüísticos y disléxicos. Algunos de ellos serán intencionales, según crea conveniente tu segura servilleta, para enfatizar elementos que ameriten ser mencionados desde un punto más bien fonético o para denotar aspectos costumbristas -que, en México, llevan al lenguaje a hacer cabriolas desde muy folklóricas hasta dignas del paredón-. Otras serán vulgares errores de dedo y, otras más, vergonzozas muestras de mi ignorancia (prometo esforzarme para que estas últimas sean las menos).

Si estás dispuesto(a) a reventarte tanta salvajada y tanto atentado suicida contra la maravillosa "lengua de Cervantes", pues adelante y vas bajo tu propio riesgo. Que conste que yo avisé.

Un abrazo.

Oscarajo